En una plaga pantanosa






Estabas allí, nadando entre ilusiones internas,
en el borde de ese triángulo oscuro y vago
entre tinieblas líquidas disueltas en todo lo que,
peligran y congelan deseos momentáneos: los tuyos.
Ella, decidida y muy domine de ti no quiso saber
y no sabrá nunca de tu planta, del inocente calor
acecha, asesina inconsciente de tu cuerpo vano
de la real amorfa distorsión amatoria que exhalas.
Estabas allí... sintiendo. Sin ceño ni espejo
al filo de internas paredes tiernas y vibrantes,
esperando pronto esa mano de metal que, en simbiosis,
como la cerasta penetra en su favor con cautela.
Estabas allí, moviendo las ondas suaves, tanteando
y flotando con fuerza en reyerta con tu sombra,
mientras tu instinto agudo, asustado, no se equivoca
ni dejas huellas, en tu propio albergue, que declina.
Ella -enmarcando su futuro lineal-
piensa y consigue olvidarte, sin sospechar,
que te ha cerrado en el ayer...
Se tiende, consciente hacia la luna, en este cuarto
y destruye, en voluntad el sol, con la cortina pantanal:
Mientras, ésta sombra quiere impedirlo sin hacerlo,
aún cuando estaba en el mismo grado del eclipse…

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